Por Anta:
I
Ángel descarriado
Hoy hay una niña de blanco,
descalza y despeinada,
vagando bajo la nieve.
Sus ojos perdidos son del azul del universo.
Su cuerpo y su rostro,
la reencarnación de un ángel descarriado.
Quiso volar, ser libre,
volver al amor y vencer el miedo.
Pero sus delicadas alas se han dañado...
sus pies desnudos sobre la nieve,
su pelo alborotado...
los copos rozando su piel ausente...
vagando...
en la playa del hospital del mar
Por Elisabetta S.
II
La niña de blanco
Buscó en los secretos que se sumergen
en las entrañas de las almas
en las sonrisas que tornan el color de la amapola
en las miradas, en la alegría de los rostros,
en los mensajes que se esconden tras las melodías.
Y así empezó a creer en las señales,
y, poco a poco, cicatrizaron las heridas de sus alas descarriadas.
Renació su ilusión, su vocación descubrió
las palabras que nunca fueron expresadas
se esparcieron en tinta púrpura
sobre el papel de la esperanza.
Llenó de colores sus mañanas
Ahora sigue creyendo en el amor
y sigue el instinto de sus sueños...
Por Anta:
III
El huevo del ángel
Hija y hermana de mortales,
tocada por la gracia divina,
dotada de alas, ángel.
Al poco de nacer el señor le impuso un desafío :
antes de erigirla en justa dueña de su don mágico
nacería con dos esquejes de ala en su espaldita,
y habitaría dentro de un huevo
hasta completar el ciclo.
Si conseguía resistir ese encierro,
si se hacía fuerte a base de conocerse,
si confiaba en los sonidos de fuera,
en los signos del mundo,
si mantenía la esperanza y la impronta
que dejara en ella su madre al alumbrarla
entonces llegaría el día en que desplegaría sus alas,
rompería su cáscara
y volaría alto, más alto que el ave fénix.
En el fondo la tenía protegida
y había reservado para ella un plan maestro.
Aquella criatura estaba llamada a un fin especial,
era verdaderamente una elegida...
pero también los elegidos han de conocer el dolor.
Yo la vi dentro de aquel receptáculo de membrana transparente
y contenido líquido-viscoso.
En ese medio, sus ojos no se habían desarrollado,
no recibían estímulos y sin embargo
al abrirse eran la misma boca
de una cavidad repleta de estrellas lejanas, soberbias.
Sus labios de mujer fueron la marca
que me puso sobre la pista de su sexo
y aquella media sonrisa de gioconda.
No reía, no lloraba,
se replegaba sobre sí misma
y a veces alzaba la cabeza
con esa sonrisa adulta, como si adivinara su destino
y la complejidad de lo que le había sido encomendado.
Y llegó el día señalado, el del comienzo,
yo estaba allí,
cuando su cuerpo se levantó con firmeza
y sus alas, ahora sí, se extendieron hacia el cielo.
Su cara pintó una sonrisa, esta vez de niña,
agradecida, regalándose. Sus ojos se abrieron
y ahora sí vieron, reflejaron toda la luz del día
contra los miles de estrellas de sus pupilas
que ahora se agolpaban hacia fuera.
Una vez más,
sus labios de mujer fueron la marca
que me puso sobre la pista de su sexo...
y aquella sonrisa rotunda de niña.
Pero ya estaba muy arriba, seguramente feliz, libre y feliz.
Nunca volvió.
Ahora bien, por ella sé que una mujer es lo más parecido a un ángel
y que hay alas que se ganan a pulso y con tiempo,
que sin dolor somos ajenos al verdadero sentido
y que con arrojo y con sentido,
se puede volar muy alto.
IV.
Finalmente encontró el amor
Ese amor que todos anhelamos
Y lo que ella no sabía es que
El mismísimo dios seguía poniéndole pruebas
El ángel ya volaba alto
Pero el precio para conseguir la libertad a veces se paga caro
Y su sueño se iba derrumbando poco a poco
Y seguía vagando de un rincón a otro de la indecisión
Al volar alto sus esquejes que ahora eran alas se volvieron a quebrar y se precipitó al vacío de la inmensidad del universo
En la nada, entre galaxias y estrellas permaneció unos meses
Hasta que por fin vislumbró la libertad plena en una mota de polvo de estrella
Esa libertad que huele a infinidad, a eternidad
Aún así le faltaba su amor
Aún así lloraba de tristeza de noche sin que nadie pudiera verla
Aún así le recordaba
Cómo algo tan preciado había sido tirado por la borda?
Cómo no entender que la libertad individual es la virtud de solo unos pocos?
Siguió su camino y poco a poco fue sanando
Y creciendo como la mujer ángel en que se había convertido
Y conoció a un ángel que supo curar sus cicatrices, con la estrella por delante, y ahora no ve la hora de reencontrarse con él.