Desenterramos las conchas
entre la arena marchita del tiempo.
No hubo castillos,
ni hermosos y largos paseos,
no hubo corazones dibujados en el suelo
para mirar cómo los deshacía la marea.
Pero la imagen de tu sonrisa
entre la espuma me basta.
Me basta para saber lo que no dices,
para entender lo que no expresas,
para desentrañar una idea.
- ¿Me acompañas? - Te dije.
- No, tengo que mirar más habitaciones. Recuerda que a las 6 nos vamos...
Me lancé a sondear la orilla.
''La perla está en tu corazón,
ese corazón de hielo y nácar,
de chocolate deshaciéndose
sobre un manto de sueños.''
- Fue breve pero intenso.
Camino al puerto
un chiquillo
un pescador de formas intangibles
me hablaba de barcos y horizontes.
"Quiero mucho a ese hombre derritiéndose
en el alma de un niño"
Ya en tu coche
paramos un momento,
yo miraba las estrellas
y toda la sincronicidad
se hizo tangible
mientras sonaba esta canción
Vuelta a la jungla de acero
yo te hablaba de mi amor - odio
hacia este asfalto
esta soledad que me atrapa
en tardes así
Y en tu gesto noté
incomprensión, estupor
Si tu supieras...
"Tanto como amo el mar
amo esta ciudad"
Pero hoy mi corazón no es más
que un ramo de laurel marchito
y deshojado
latiendo a la velocidad irregular
del humo que inhala.
¿Y qué hay de mis sueños?
Quizá se queden en el tintero
o quizá ya los esté cumpliendo...
Si ya a nadie le importa
el color de la sangre
desgarrada sobre un lienzo,
la melodía quebrada de mi voz,
de esta madonna en los huesos
que descompongo en
alma quebradiza,
sinrazón
y forma asimétrica.
